lunes, 16 de mayo de 2011

El principio de actividad en Educación Infantil desde una visión filosófica


La educación entendida desde la filosofía engloba todo lo que forma conciencia, carácter, esencia en el hombre, esencia  de su práctica y de su finalidad; es sin duda bastante interesante la visión de una filosofía de la educación, una propuesta que abarque la raíz y que analice de fondo la importancia de la actividad en oposición a la  pasividad del párvulo en el proceso de enseñanza aprendizaje; para iniciar la comprensión de esto debemos entender a quién se educa y con qué motivo se lo educa, caemos entonces en un problema óntico.
 El ente es la unidad devenida de la suma de la esencia y la existencia, sin entrar en problemas de existencialismo o idealismo, se debe señalar que la esencia del ser es la persona y es así que guía su existencia basándose en la autoconciencia, autocontrol y autodecisión[1]. Este  prefijo “auto” supone un papel de protagonismo del sujeto y es así que podemos entrar a comprender el principio de actividad; recalcando que la actividad es fundamental tanto para el desarrollo físico y psicomotor como para la construcción del conocimiento.
A través de la propia actividad, en continuo intercambio e interacción con el medio, el niño/a aprehende y transforma la realidad. La metodología en la educación infantil ha de potenciar situaciones y tiempos donde los niños/as puedan desarrollar sus capacidades de manipular, explorar, observar, experimentar, construir, etc. Proporcionando experiencias variadas que les permitan aplicar y construir sus propios esquemas de conocimiento; para ello, los educadores deberán organizar las condiciones para que sea posible la actividad autónoma de los niños/as.




[1] Gónzalez, a Filosofía de la Educación. Nova Terra. Barcelona,2009.

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